ENERO
Con la mirada fija en
el Gran Poder de Dios, comenzamos Enero y el nuevo año fundidos en un abrazo de
familia y amigos con sabor a uvas y brindis de champan; besos a los abuelos y a
los hijos, a los padres, hermanos y sobrinos, a los amigos y a toda esa familia
que aunque no sea de sangre está justo ahí cuando los necesitas, llamadas de
teléfonos y mensajes por el móvil y redes sociales con los mejores deseos de
paz y de prosperidad para el nuevo año que comienza. Fiesta de Santa Maria
Madre de Dios y felicitamos a los Manuel y Manuelas que celebran su santo bajo
la mirada protectora del que se postran ante El todos los reyes de la tierra en
esa epifanía que es también la fiesta grande de la ilusión de todos los niños, haciéndonos
recordar que “los que no son como ellos no entrarán en el reino de los cielos” (Mt 19, 13; Lc 18,
15; Mc 10,13)
Estamos en el mes del
Dulcísimo Nombre de Jesús que el día 2 será portado por los jovencísimos
cofrades de la Hdad del Valle demostrando que el futuro de nuestras hermandades
está más que asegurado, que la cantera cofrade está lista para tomar el relevo
en cuanto sea menester.
Dulcísimo Nombre de
Jesús Nazareno que va a estar presente durante todo el mes y parte del
siguiente, pues hemos comenzado la Semana Santa de los cultos y precisamente es
esta advocación la principal protagonista en estos primeros días del año.
Mientras en San
Lorenzo “los confines de la tierra contemplan la Victoria de nuestro Dios” (Sal 97) el hijo de la
Cieguecita de la Catedral nos ofrece su pie para que el bálsamo de nuestro beso
le de fuerzas en su “Marcha al Calvario, Dios fuerte…” y El con su mirada hacia
nosotros va echando sobre sí todos nuestros pecados y todas nuestras culpas
para que nuestro caminar sea más llevadero: “Pasión de Cristo, confórtanos”.
En San Roque el
nazareno se hace “Penas”, que son tan grandes que necesita a Simón de Cirene
que le acompañe en su caminar o incluso le hacen caer al suelo en San Vicente
“Señor santo, Dios bueno y justiciero que mandas en el cielo y en la tierra,
ten compasión de mis culpas…”
En San Juan de Palma
el Dulce Nombre de Jesús se hace mucho mas Silencio, mucho más callado, mucho más
presente en la Santísima Eucaristía que adoramos en el Jubileo que da sentido a
su quinario.
Aun ese Dulcísimo
Nombre de Jesús Nazareno nos va a acompañar en el transito a Febrero en San
Antonio Abad donde ese abrazo a la Cruz es más que nunca un abrazo a la
humanidad a la que no abandonará nunca, y que en esos mismos días le devolverá
ese abrazo a su cuerpo roto, desmadejado y sin vida, representado esta vez en
Nicodemo y José de Arimatea que en la Magdalena descienden su cuerpo, “afrenta
del sol” toda vez que su sangre derramada “nos abre las puertas de la celestial
Sión”.
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